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Pequeños pacientes, grandes lectores 2

Cuento

Autora: Leyla, 13 años
Aula Hospitalaria del Hospital Infantil Niño Jesús (Madrid)
Emociones que encontrarás en este cuento: alegría, sorpresa, amor, calma

En un arbusto pequeño había una colonia de hormigas, las hormigas trabajan todo el día sin descansar. Dentro de esa colonia de hormiguitas había una hormiguita especial, esa hormiguita no sabía que era especial y aparte de ser especial era muy trabajadora. Cada día, antes de que la luz del sol acariciara las hojas del delicado arbusto, salía de la colmena sigilosamente para no molestar a los demás trabajadores y se iba a buscar semillitas del suelo húmedo para toda su colonia.

Una mañana fresca, la hormiguita salió de la colmenita para arreglar una gotera que había en la superficie por la llovizna del anochecer anterior. Después de estar toda la tarde trabajando bajo la música suave del viento y del susurro de los pájaros cantores y las hayas bailarinas marcando el tempo de las obras de la hormiguita cuando de repente un nuevo sonido interrumpió la orquesta del bosque. Un sonido nuevo para la hormiguita que nunca había oído, otro tempo a parte del sonido relajante y tranquilo del bosque.

La hormiguita salía de la colmena sigilosamente para no molestar a los demás trabajadores y se iba a buscar semillitas del suelo húmedo para toda su colonia

Cuando consiguió la hormiguita identificar de dónde venía ese sonido intruso, ya era demasiado tarde. Bajaba del cielo una sombra enorme malévola que le tapaba la alegría. Esa sombra iba acompañada de un dolor intenso e insufrible que le recubrió la patita izquierda que seguía de una oscuridad completa y que le taponó la orquesta del bosque.

Cuando volvió a recuperar la conciencia, se encontró en el mismo sitio pero la noche había entumecido el paisaje de la hormiguita y el cielo oscurecido estaba repleto de luciérnagas pequeñas que bailaban al son de la música del viento. La hormiguita enseguida se acordó de la colonia y que no había terminado de cubrir la superficie y que, a lo mejor se había hundido la colonia pero al intentar levantarse descubrió que tenía la patita aplastada y que no podía caminar. La hormiguita empezó a llorar y a llorar hasta que de pena se dio cuenta de que no le iba a ayudar estar llorando. Entonces agrupó toda su fuerza e intentó levantarse. No lo consiguió y lo intentó otra vez y se cayó de cara en el barro, agotada y triste la hormiguita se levantó y se echó a llorar. Caían gotas enanas de tristeza de sus ojos vidriosos y enormes. 

La hormiguita empezó a llorar y a llorar hasta que de pena se dio cuenta de que no le iba a ayudar estar llorando. Entonces agrupó toda su fuerza e intentó levantarse

Cuando de repente se le acercó otra hormiguita, aunque esta hormiguita era muy diferente: era engreída y soberbia. Cuando se acercó la hormiguita al ver que estaba herida se apartó y se quedó a una distancia de la hormiguita, la otra no le prestó ninguna atención a la otra hormiguita y prosiguió sus llantos cuando se dio cuenta de que la otra hormiguita estaba buscando algo. Después de la otra hormiguita estar buscando algo por el barro encontró lo que buscaba: un palito del tamaño de una patita de una hormiguita, cuando iluminó la cara de alegría y esperanza. La otra hormiguita se acercó y le puso un palito pegado con barro seco en la patita espachurrada, alargándola y poniéndola erguida habilitándole el movimiento en la patita izquierda. La hormiguita se levantó enseguida pero se cayó al levantarse. La hormiguita empezó moviendo lentamente la patita con el palo para que se acostumbrase a moverse. La hormiguita sabía que no podría volver a trabajar como antes pero al menos volvería a ver a sus queridos y se quedó satisfecha. 

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