Autora: Aitana
Hospital Universitario Puerta de Hierro
Emociones que encontrarás en este cuento: miedo y alegría
Estaba sola, todo estaba oscuro, veía un camino sin fin. Todo es confuso, no sé dónde estoy, hace un segundo estaba en mi cuarto, pintando un cuadro. Ahora estoy aquí, y enfrente de mí hay un largo camino, frondoso, oscuro y lúgubre, lleno de árboles que limitan el camino. Cada árbol tiene colores, como si de niveles se trataran, tengo miedo.
De repente un conejo blanco se asomó, sus ojos azules eran como el cielo, era como mi guía. Ya no tengo miedo ¿Y si me acerco a él? Voy siguiendo el camino con el conejo guiándome, llega un momento en el que el bosque es tan oscuro que solo puedo verles los ojos; sus ojos son como una esperanza en este oscuro camino. Me adentro más y los árboles tienen banderas rojas, estoy en el nivel más difícil. Empiezo a escuchar gritos y lloros, ojos que me observan, miro hacia atrás para volver pero la entrada se ha esfumado. Solo me queda ir adelante, pero el miedo me detiene y la angustia me encadena al suelo.
El conejo nunca se separó de mí, siempre estuvo conmigo, y cuando no puedo más, el conejo se acurruca junto a mí y me da su luz. Las cadenas se rompen y el miedo se esfuma, puedo ver la salida y los ojos ya no me miran, soy libre.
Me dispongo a salir del bosque con el conejo en brazos, pero el conejo se está esfumando, él se sacrificó por mí y con un triste adiós el conejo se esfuma por el viento. Consigo salir del bosque y todo tiene color, todas las personas que amo me estaban esperando, el bosque desaparece y por fin siento que todo lo que me espera es divertido y no aburrido, será alegre y no triste, por fin soy libre.
