Autora: Nora
Hospital Infantil Universitario Niño Jesús
Emociones que encontrarás en este cuento: alegría, sorpresa, amor y calma
En una habitación, blanca con dibujos de hospital, entre pitidos suaves de máquinas y pasos apagados por los pasillos, Layla miraba al techo. Los días eran largos, pesados, como si el tiempo caminara con muletas. Sentía un nudo en el pecho y una tristeza que ni el sol lograba atravesar por la ventana.
Pero todo cambiaba cuando ella llegaba:
Sofía, su compañera de habitación. Siempre traía una risa ligera, un chiste, una historia absurda sobre las enfermeras o sobre los sueños que había tenido la noche anterior.
-«¿Sabes que soñé que éramos astronautas?» -le decía mientras se sentaban juntas a
cenar.
Y entonces, Layla reía. Como si el dolor se quedara al otro lado de la puerta.
Con Sofía, no había hospitales, ni agujas, ni miedos. Solo canciones,abrazos,cantadas bajito, secretos susurrados entre risas y promesas de cuando salieran jugarían en el parque
En esos momentos, Layla se olvidaba de todo.
Era solo una niña más feliz, viva, acompañada. Y aunque el hospital seguía ahí, parecía menos gris con Sofía cerca.
Porque a veces, una sola persona puede convertirse en medicina para el alma.
